La naturaleza de la Tierra ha sido "perfecta",
equilibrada, con respecto a su madurez de millones de años; pero nosotros, la
verdad, hemos irrumpido como un cáncer para ella -pues no hemos hecho lo que la
naturaleza hace, ni siquiera la hemos consultado, ¿para qué?, sino de golpe, en
mínimamente 6 mil años, hemos dado el "cabezazo", hemos cambiado casi
todo su relieve o todo ha sido impactado en general-.
Con eso, el ser humano no es un equilibrado natural, sino un
desequilibrado: el único ser que ha incidido realmente en un mínimo tiempo en
toda una estructura equilibrada durante millones de años.
Ahora bien, tal hecho no quita que él, él, intente
equilibrarse socialmente -en claro, en no destruir una convivencia social-, y
ya tiene por delante ese reto para que ralentice o modere o evite sus
habituales locuras: guerras de todo tipo, negarles el pan y las medicinas a sus
semejantes, confundir valores intelectualmente, etc.
Recuérdese también, si no es mucho pedir en exigencia, que
todo el que fue coherente, lamentablemente, no se libró de ser censurado, sí,
de ser maltratado por su sociedad, algo muy demostrado o, mejor, evidente
Si en
el pasado el aspecto principal para comprender la organización social se
encontraba en las relaciones (o en las contradicciones) sociales, el surgimiento
de serios inconvenientes ocasionados por el accionar humano sobre el medio
ambiente, ha hecho que contemporaneamente el interés en la relación sociedad-naturaleza
se incorpore también a esta interpretación. La alteración del clima, la
desaparición de la biodiversidad, la acumulación de enormes cantidades de
desperdicios industriales y domésticos, nos hablan no solo del ambiente
característico del siglo XX, sino de la propia sociedad que lo genera y de los
supuestos racionales sobre los que se sustenta.
Dado que el hombre es sociedad y naturaleza, podemos afirmar que todas las
porciones de naturaleza son incorporadas de alguna manera al sistema de pensar
y actuar de los hombres organizados socialmente. El hombre posee, tanto atributos biológicos
como culturales. En él se manifiestan tanto la evolución biológica como la
cultural. Entonces, si bien existe en el hombre una unidad entre naturaleza y
cultura, es necesario establecer que estos son órdenes diferentes. Por lo
tanto, esta unidad está caracterizada por una doble condición, una articulación
entre entidades cualitativamente diferenciadas.
Con rigor, el equilibrio social sólo es posible a través de
la razón, por medio de conocimientos entendidos que se aplican como soluciones
entendidas.
Quien no entiende las causas de la violencia, ¿cómo va a
desarrollar una aplicación contra ella?; quien no entiende la paz como valor
común, ¿cómo va a entender, en fin, considerarla como valor de solución?
Por ello, así es, el ser humano debe guiarse por unas reglas
de coherencia, y esa reglas únicamente se las dará la razón.
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